Qué es la normalidad
después de todo
sino el promedio
avasallador de las mayorías.
Ya no somos personas;
nos han vuelto estadísticas,
tristes porcentajes
con puntos decimales,
capturados en celdas digitales,
archivados en las dinámicas
nubes del montón.
Somos víctimas
de la razón medible e ineludible
desde el nacimiento
por los sistemas
de la longitud, la masa,
la temperatura, y el tiempo.
Y así seguimos y seguimos
sumando puntos para un buró.
Esclavos de nuestro conocimiento
calculamos nuestras probabilidades
proyectando nuestra mejor inversión,
la vida es un negocio
y la muerte su acreedor.
Como en un certamen de belleza
calificamos sobre la pasarela de tendencias
los ceros a la derecha de las cosas
que necesitamos para estar a moda,
haciéndonos creer a esta ignorante bola
que ya no importa quienes somos,
sino cuánto tenemos.